viernes, 28 de enero de 2011

La isla del sueño de los justos

¿Dónde va a parar todo aquello que por culpa del tiempo, del desuso, la naturaleza o el sentido común deja de ser útil, deseado y/o eficiente? ¿Dónde se amontonan los tebeos que leímos cien veces en nuestra infancia? ¿Qué fue del nunca bien ponderado Spectrum 48k (el de las teclas de goma) que tantas buenas tardes nos regaló a mediados de los 80? ¿Y qué pasó con la caja llena de piezas de Lego o de Tente con las que construíamos futuristas y bizarros vehículos o edificios imposibles? Lo mismo se podría decir de todo lo que nos entretuvo durante la infancia hasta que la adolescencia llamó a nuestra puerta. Digamos que todo aquello "desapareció". Con desaparecer cabe pensar que terminó en la basura, que fue regalado a primos, que terminó en el fondo de un cajón, en lo más profundo del altillo de un armario, en un trastero o en el universo paralelo al que van a parar los calcetines sueltos que desaparecen de la lavadora. En todos los casos, aquéllas cosas un buen día dejaron de llamar nuestra atención, y con su misión cumplida en nuestro mundo -como Michael Landon en Autopista hacia el cielo-, llegó el momento de que durmiesen el sueño de los justos.

Lo mismo puede decirse de las flores de un día del mundo del espectáculo, aquellos músicos, actores y rostros televisivos que prometían algo más que una fugaz presencia en las listas de éxitos, las carteleras y la televisión, pero que tras el hit, el pelotazo o su minuto de gloria, considerando que ya habían puesto su granito de arena en pos de consolidar la civilización y el orden mundial, desaparecieron sin más. Desde aquí aventuro que todos ellos, esos cientos de personajes que tardaron menos en llegar de 100 a 0 que de 0 a 100 -por voluntad propia o por la del cruel y caprichoso mercado-, conviven juntos en una isla perdida en el tiempo y en el espacio (libre de humos negros, osos polares y mamarrachadas salidas de una mente perturbada que ríase usted de David Lynch puesto de crack hasta las cejas). Cumplida su misión en la tierra ya es hora igualmente de que duerman el sueño de los justos. Sirvan los siguientes posts para rescatar del olvido (a menudo merecido) a unas cuantas estrellas más fugaces que la forma exterior, que se marchita y altera como las flores del campo cuando llega el otoño...*

* Sí, queridas, tras el rudo cuerpo de dios griego del creador de esta página, subyace un alma tremendamente sensible, capaz de copiar y pegar melancólicas sentencias de Umberto Eco.

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